Apenas unos segundos antes, ese tema parecía zanjado.
Quizá más tarde tuviese que echar la vista atrás y arrepentirse de aquella decisión, pero recordó que quien no arriesga, no gana. Sintiéndolo mucho, se dijo a sí mismo, caeré de nuevo en esa tentación, mas no me llaméis débil, pues sé a lo que me enfrento. Me enfrento a volver a darme el golpe con la misma pared. Me enfrento a que los puntos que suturan esta cicatriz lastrada por los años salten en cuestión de segundos.
Sí, os prometo que lo sé. Pero fijaos en una cosa; Llegados a este punto, he sacado una cosa bien en claro: Prefiero arrepentirme de haberlo hecho mal que de no haberlo intentado.
Wauuuu sin palabras.
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